En el Perú, existe un paradigma popular: “Para ser exitoso, hay que ir a la universidad”. En contraparte, estudiar una carrera técnica o no seguir el camino de la educación superior (en diferente medida), está asociado con el fracaso. Sin embargo, estudios recientes de organizaciones locales e internacionales muestran que la brecha entre la demanda laborar y las calificaciones profesionales se están ampliando. Especialmente, mientras la demanda por profesionales altamente especializados en disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática) viene creciendo, la mayoría de los estudiantes siguen carreras con menor demanda en el ámbito laboral. En respuesta, es necesario contar con políticas y estrategias de calidad educativa para mejorar la oferta de carreras técnicas, así como incentivar la elección a través de acceso a información.

La Situación Actual de las Instituciones de Educación Superior

En los últimos años, las Instituciones de Educación Superior (IES) en el Perú y América Latina han crecido en cantidad, pero no necesariamente ha mejorado la calidad. Esto contribuye a la existencia de una brecha entre las demandas laborales y las calificaciones profesionales (OCDE, 2015). De acuerdo con un estudio reciente del Banco Mundial (2017) sobre educación superior en América Latina, entre el 2000 y el 2013, la mayor tendencia en este sector fue el incremento en el acceso, impulsado por la participación del sector privado, los programas de becas y préstamos estudiantiles. En este periodo, la tasa de matrícula creció de 21% a 43% en la región, donde Chile, Colombia, Ecuador y Perú fueron los países con mayor crecimiento. En este mismo periodo, la proporción de IES privadas creció de 43% a 50%.

En el Perú, la matrícula privada en IES se duplicó entre 2002 y 2015, mientras que la pública disminuyó en 9% (MINEDU, 2015). Este incremento es explicado por la expansión y creación de IES, ambas en respuesta a una demanda creciente de los estudiantes. Por ejemplo, el número de universidades en el Perú se duplicó de 72 a 140 entre el 2000 y el 2013 (Gestión, 2014). Puesto que la educación superior es el nivel educativo con mayor desigualdad en la región, los estudiantes de ingresos medios y bajos fueron los mayores beneficiarios de esta expansión en el acceso (Banco Mundial, 2017).

Fuente: Banco Mundial (2017). At a Crossroads. Higher Education in Latin America and the Caribbean

En el estudio mencionado, el Banco Mundial (2017) señala que un buen sistema de educación superior ofrece “calidad, variedad y equidad”. Sin embargo, el crecimiento explosivo de IES no estuvo acompañado de una política de aseguramiento de la calidad, lo que resultó en un gran número de IES de muy baja calidad en el país (Lavado, Martínez y Yamada, 2014). Considerando que la mayor proporción del acceso benefició a estudiantes de medianos y bajos ingresos, situación altamente asociada con un bajo nivel de aprendizaje en este nivel educativo (Banco Mundial, 2017), es posible inferir que el incremento en el acceso no ha generado un impacto en el aprendizaje y desarrollo profesional.

Una manera de entender el impacto de la calidad educativa es el “retorno de la inversión”. En un estudio de Yamada y Martínez (2016), los autores utilizan los ingresos de los egresados de educación superior, los “ingresos supuestos” si es que no hubieran estudiado una carrera y el costo del programa que eligieron. A mayor el ratio, mayores los retornos a su inversión en educación y mayor el impacto de la IES en su salario (controlando por otras variables). ¿Qué ocurre en el Perú? Mientras que estudiar en una IES de mayor calidad tiene un retorno a la inversión entre 10% y 13%, estudiar en una IES de menor calidad genera retornos negativos a la inversión (Yamada y Martínez, 2016). Desde una mirada de equidad, sacrificar la calidad por la cantidad en la expansión del acceso ha empeorado las cosas para aquellos en la zona más baja de la distribución de ingresos. Estudiar en una mala institución es peor que trabajar sin estudiar.

Elección de Carreras

Sin embargo, no solo se trata de calidad en las IES. Los estudiantes en el Perú eligen las carreras de acuerdo con el paradigma de éxito, en lugar de analizar las oportunidades y demandas del sector laboral. De acuerdo con una encuesta representativa a nivel nacional (IPSOS, 2016), de aquellos que deciden seguir una carrera en educación superior, el 70% elige estudiar en una universidad, mientras que el 30% elige una carrera técnica. Puesto que existe una demanda creciente por profesionales técnicos, cerca del 40% de los profesionales en el país están sobre-educados, sub-pagados o ocupando posiciones que no corresponden a su nivel académico (Lavado et al., 2014). Es decir, alrededor del 40% de los profesionales (principalmente graduados universitarios) están trabajando en posiciones orientadas a otro tipo de profesionales (como profesionales técnicos), y ganan menos de lo que deberían, dado su nivel académico. Así, estos resultados representan el desbalance entre las carreras elegidas por los estudiantes y las demandadas por el sector laboral. Analizando la región Latinoamérica, el Banco Mundial (2017) señala que el 81% de los adultos en edad laboral eligen una carrera conducente a un título de bachiller, mientras que 19% elige un programa corto.

Fuente: Banco Mundial (2017). At a Crossroads. Higher Education in Latin America and the Caribbean

Elegir una universidad frente a un instituto técnico no es el único problema. De acuerdo con la OCDE (2015), la mayoría de las regiones en el mundo sufren la falta de profesionales en las disciplinas STEM, las que son las más demandadas por el sector laboral. La tabla que se muestra arriba refuerza esta idea, indicando que, en promedio, 4.9% de los profesionales sigue una carrera en ciencias y 11.7% en ingeniería, mientras que 19.1% y 39.5% sigue una carrera en educación o ciencias sociales, negocios y derecho respectivamente.  En el Perú, los profesionales están sub-pagados y sobre-educados porque no acceden al modelo adecuado de educación superior, porque las instituciones son de mala calidad y porque no eligen las carreras que demanda el mercado laboral.

¿Por qué es importante?

Existen dos razones principales. Primero, como señala el Banco Mundial (2017), a través de la educación superior los países forman una fuerza laboral con capacidades para generar conocimiento e innovar, lo que impulsa la productividad y el crecimiento económico. Esta brecha entre lo que necesitan las industrias y lo que ofrece la educación superior disminuye el potencial de las industrias más importantes (textil, agrícola, ganadería, tecnología y turismo) para desarrollarse a una mayor velocidad, generando menor innovación y liderazgo entre los profesionales.

En segundo lugar, una de las características señaladas previamente es que el grupo más grande de estudiantes beneficiados por la expansión educativa son de medianos y bajos ingresos. Más aún, las carreras más elegidas por ellos son aquellas de menores retornos a la inversión: educación (-18.5), ciencias sociales y comunicación (27.6), negocios y gestión (28.6). Esta situación puede tener un impacto en la deserción académica, cambios de carrera o trabajar en un campo distinto al estudiado. Todo esto implica mayores dificultades para contribuir con la economía del hogar y para su desarrollo profesional. Las carreras con mayores retornos según el estudio del Banco Mundial (2017) son las vinculadas a ciencias, ingeniería y manufactura (70.7).

Fuente: Banco Mundial (2017). At a Crossroads. Higher Education in Latin America and the Caribbean

El Reto

Hasta este punto, Perú y Latinoamérica han hecho grandes esfuerzos para incrementar el acceso a la educación superior. Sin embargo, como sugiere la evidencia, el siguiente paso es asegurar estándares mínimos de calidad e incrementar la proporción de profesionales jóvenes estudiando carreras técnicas en los campos más demandados por el sector laboral. Siguiendo este camino, países como Alemania, Austria y Holanda han logrado reducir el desempleo en un 10% en promedio (Yamada & Martinez, 2016). Una ventaja de los programas técnicos de corta duración es la rápida inserción en la fuerza laboral y la posibilidad de alternar fácilmente el trabajo y el estudio, empezando incluso en los últimos años de educación media (como en Alemania o Finlandia).

Además, debido al rápido desarrollo tecnológico, aquello que cuenta como capacidades para el empleo evoluciona constantemente, demandando diferentes niveles de especialización y adaptación profesional. Transitar entre trabajos, proyectos y carreras no será algo ajena en el futuro cercano (World Bank, 2017). Entonces, los profesionales necesitan involucrarse en programas de aprendizaje corto que les permitan crecer profesionalmente en un entorno cambiante. No obstante, el reto de la educación superior también implica desarrollar habilidades esenciales y transversales como la matemática, comunicación y resolución de problemas (OCDE, 2016). Esto es importante, principalmente, en Latinoamérica debido a la inequidad en las escuelas y resultados de aprendizaje.

Parece una tarea difícil de completar, pero algunos sistemas de educación superior alrededor del mundo han comenzado a resolverlo. El objetivo principal es mantener el foco en lo que un país necesita sobre sus profesionales e industrias, qué tan rápido se adaptan las IES y que necesita el sistema de educación superior para soportar estos cambios. Además de crecer profesionalmente, los profesionales deben ser críticos con su entorno y contribuir al desarrollo de su país en los diferentes dominios. Es hora de que los países latinoamericanos, sobre todo el Perú, tomen decisiones importantes y cambien sus sistemas educativos hacia uno que desarrolle mejores profesionales para un mundo cambiante.