Eduardo Shoval, experto en este tema, es optimista y piensa que la humanidad no solo sabrá utilizar los inventos sino que se adaptará a ellos.

El creador de la plataforma OurCrowd, Eduardo Shoval, es experto en el tema de inteligencia artificial, y un reconocido impulsor de los emprendimientos digitales.

Su centro de operaciones está basado en Israel, y su objetivo es conectar a inversores de todo el mundo con las startups más destacadas que se dediquen a la inteligencia artificial. Shoval respondió inquietudes planteadas por Portafolio.

Eduardo Shoval, cocreador de plataforma para invertir en firmas de tecnología.

A veces es difícil entender la velocidad de lo qué está sucediendo en materia de inteligencia artificial…

Eso le sucede no solamente a la gente que no está involucrada en el día a día de la inteligencia artificial, sino también a lo que estamos en eso hace 20 o 25 años.

Hay cambios inmensos atribuibles a tres factores. Primero, la capacidad de computación que existe actualmente. Segundo, el almacenamiento de datos, que está en la nube, es infinito y muy barato. Y lo tercero, la comunicación en tiempo real.

Cuando juntamos eso con tecnologías que ya se han desarrollado, se abren muchas puertas. Waze es un ejemplo típico de eso. Combina el GPS con la información que transmiten miles de personas que transitan por una ciudad y sugiere opciones.

¿Qué viene? 

No voy a hacer profecías, pero tengo la ventaja de ver muchas ideas en marcha. Israel es uno de los países que más inversiones atrae en proyectos de inteligencia artificial pues recibe el 11 por ciento de los capitales mundiales para ese sector.

En mi trabajo veo más de 60 ideas por mes, de gente joven que tiene ideas de traer algo nuevo. Menciono el avance de la automedicina. Una empresa, en la que nosotros invertimos hace cuatro años, permite analizar radiografías mucho mejor y más rápido que un doctor, 24 horas al día, siete días a la semana, a un costo menor.

En general, noto que todo lo que es repetitivo puede llegar a hacerlo una computadora, de manera más eficiente, más efectiva y a costos mucho más bajos que lo que ha sido hasta hoy en día.

Eso incluye también obviamente los vehículos sin conductor…

Incluye todo. El mundo como lo conocemos hoy, de acá a 20 años no va a ser igual. Algunas cosas van a ir avanzando lentamente y otras más rápido, pero todas van avanzar.

¿También la agricultura? 

Estoy involucrado en un par de proyectos de los cuales no puedo dar muchos detalles. Cada uno de ellos puede aumentar la producción de cereales en el mundo, digamos, para no exagerar, en un 25 por ciento, bajando los costos de lo que hay. Eso quiere decir más comida para más gente, más barata.

¿Algún ejemplo concreto?

Hay una empresa que está en Colombia y ofrece un aparato del tamaño de un llavero que permite analizar la calidad de la leche o cuánta humedad hay en el café, entre otros productos.

Contar con esa información en tiempo real les va a permitir a los agricultores ser más eficientes y mejorar sus ingresos, al igual que trabajar en la reducción de sus costos.

¿Qué mundo va a ser diferente al que conocemos? ¿El mundo o todo?

Cuando uno trabaja en estos temas tiene una personalidad casi bipolar: hay días en los que uno está muy feliz porque está contribuyendo a cosas importantes; y hay días en que se tiene un poco de preocupación sobre lo que va a traer el futuro. La ventaja de la inteligencia artificial es que permite lo que se conoce como un salto de rana. Gracias a ello, hay sociedades que no forman parte del mundo desarrollado y podrán saltar todas las etapas y llegar directamente a un mayor bienestar: mejor alimentación o mejor medicina.

¿Qué hacer al respecto?

Los que entiendan que hay que subirse al tren, irán más rápido. Cuando yo en 1989 fundé mi primera empresa de alta tecnología en Israel, el número era muy pequeño, no había un ecosistema, no había inversiones, no había nada.

Ahora, la realidad es muy distinta. La lección es que en algo más de un cuarto de siglo se puede crear otro ambiente.

¿Y la humanidad ante esta revolución?

Me preocupa ver que la tecnología, que es una herramienta, a veces nos esclaviza.
Cuando miro la escena de cuatro personas en la misma mesa de un restaurante, cada uno mirando su teléfono, aislado, me surgen preguntas.

Creo que en el mundo va a tener que haber regulaciones para mantener la normalidad y que la humanidad no pierda su humanidad, pero es un riesgo.

¿Y el empleo?

Cuando uno mira todas las revoluciones industriales anteriores siempre estaban los pesimistas que pensaban que no íbamos a tener empleo, y siempre se crearon empleos que no existían antes.

Soy optimista y pienso que la humanidad va a saber utilizar los nuevos inventos y va a saber adaptarse. Tengo claro que los trabajos van a cambiar, pero la creatividad no va a desaparecer.

Pienso que la inteligencia artificial nos puede dejar más tiempo para pensar y vivir mejor, para construir un planeta en el que todos progresemos. No hoy, ni mañana, ni probablemente en 20 o 40 años, aunque eventualmente ese día llegará. Puedo sonar optimista o incluso como un soñador, pero pienso que eso es posible.

Fuente: Portafolio