Elaborado por: Camila Lopez de Romaña Rivera – Analista de Marketing Stratedu

La pandemia de la COVID-19 ayudó a reforzar la frase “la única constante es el cambio”. El entorno empresarial esta afectado por tendencias globales tales como disputas internacionales, amenazas medioambientales y desarrollo de nuevas tecnologías. 

En base a características generales, se crean conceptos para describir los principales factores que determinan el ambiente global de negocios. Se menciona que el entorno previo a la pandemia era VUCA. Concepto que describe el marco de negocios como Volatile (Volátil), Uncertain (Inseguro), Complex (Complejo) y Ambiguous (Ambiguo) por sus siglas en inglés. Sin embargo, el cambio disruptivo que trajo la pandemia ha dejado el concepto VUCA obsoleto. 

Actualmente se vive un contexto mas complicado y cambiante que el descrito por VUCA. Es por ello que se desarrolló el acrónimo BANI el cual representa Brittle (Quebradizo), Anxious (Ansioso), Non-Linear (No linear) y Incomprehensible (Incomprensible). Debido a este nuevo entorno los líderes deben desarrollar nuevas habilidades para ayudar a sus empresas a navegar en estos difíciles contextos con éxito.

A un buen líder no se le califica de bueno solo por su conocimiento y manejo de su área de especialidad. Actualmente un líder debe desarrollar mayor cantidad de habilidades blandas para poder afrontar las adversidades que presenta el contexto. La inteligencia emocional (IE) y la resiliencia son factores cada vez más buscados en los líderes. 

Tener un alto nivel de inteligencia emocional significa tener la habilidad de entender, usar y administrar nuestras propias emociones en formas que reduzcan el estrés, ayuden a comunicar efectivamente, empatizar con otras personas, superar desafíos y aminorar conflictos para así facilitar niveles mas altos de colaboración y productividad.

Una investigación realizada por el Centro de Liderazgo Creativo en Estados Unidos informó que las tres razones principales del fracaso de los líderes son la dificultad para manejar el cambio, la incapacidad para trabajar bien en equipo y las malas relaciones interpersonales. Además, el 85% del éxito financiero (de las empresas participantes), se debió a las habilidades de “ingeniería humana”, la personalidad y la capacidad de comunicar, negociar y liderar.

Otro factor que es cada vez más evaluado en los procesos de selección en las organizaciones es el coeficiente frente a la adversidad o también llamado Adversity Quotient (AQ) en inglés. Este mide la habilidad de las personas para afrontar situaciones difíciles y saber manejarlas para lograr resultados positivos, en otras palabras, mide el nivel de resiliencia que tienen las personas. 

Trabajar en un contexto BANI es trabajar en ambientes altamente impredecibles lo cual genera grandes niveles de estrés. Los líderes deben desarrollar competencias de autogestión como la ya mencionada resiliencia, tolerancia al estrés y flexibilidad para así sobre llevar los constantes cambios y dificultades que se presenten. También deben poder liderar y guiar al equipo en su propio desarrollo profesional.

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